«Basada en la novela superventas» parece ser la nueva excusa para poder hacer películas de adolescentes sin esconder que lo que quieres de verdad es hacer cinco o seis películas gracias a una serie de novelas juveniles. ¿Qué necesitas? Algo que parezca original aunque se tomen ideas de otras películas, pones a adolescentes a correr y ya tienes éxito asegurado.
El corredor del laberinto se parece muchísimo a Los juegos del hambre. Por si fuera poco, la idea del laberinto que se mueve y cambia cada día era mucho más original en Cube (1997, Vincenzo Natali), y la película sobre la supervivencia de un grupo de niños-adolescentes en un lugar sin adultos creando sus propias reglas ya la teníamos perfectamente llevada a la pantalla en El señor de las moscas (1990, Harry Hook).
Entonces, ¿por qué ver esta película? A bastante gente le ha parecido divertida. A mí me ha resultado soporífera, así que no he parado de sacarle defectos durante las dos horas que dura.
Vacía de contenido y de sentido, El corredor del laberinto comienza en medio de la acción, no hay explicación sobre los orígenes y el final queda tan abierto que parece que esas dos horas que hemos estado delante de la pantalla las hemos desperdiciado en el piloto de una nueva serie de televisión de baja calidad.
Wes Ball dirige este despropósito pero, lo que es peor, está dirigiendo en estos momentos la segunda parte, Maze Runner: Scorch Trials, que seguramente sea tan buena como la primera.
Yay & Nay
Lo mejor: el aspecto del laberinto.
Lo peor: película para adolescentes con hormonas locas y sin cerebro.
Puntuación
