Lo que me atrajo precisamente de Side Effects (Efectos secundarios, 2013) fue que iba a tratar de un tema que se tocaba muy de puntillas en Contagion (Contagio, 2011): la influencia de las empresas farmacéuticas en expandir, crear o controlar enfermedades. Y desde el principio se muestra el cruel mundo de las farmacéuticas, los visitadores médicos y los médicos que aceptan regalos (sobornos) para recetar medicamentos novedosos, caros, de los que no se conocen los efectos secundarios y, muchas veces, con intereses turbios detrás. Así comienza la película, en donde un médico (Jude Law) hace que una paciente suya (Rooney Mara) comience a utilizar un medicamento novedoso porque los que ha probado no le hacen el efecto deseado.
Pero el medicamento recetado tendrá un efecto secundario que hará cambiar su trama, del retrato del mundo sin escrúpulos de las farmacéuticas, a un thriller por las consecuencias de uno de los efectos secundarios del medicamento recetado que se va enredando en sí mismo hasta caer en el ridículo. Por lo tanto, tenemos dos películas totalmente distintas dentro de Side Effects: una primera parte intrigante y, tras el giro, una decepción que se centra en intentar sorprender al espectador.
Lo mejor: Jude Law. La primera parte de la película.
Lo peor: Catherine Zeta-Jones. Que publiciten a Channing Tatum como protagonista saliendo solo cinco minutos. La trama «romántica». Los giros supuestamente sorprendentes.