Pese a que nunca llegó ni llegará a las pantallas grandes en España, la adaptación al cine de la novela de John Niven sobre los excesos de la música inglesa en los 90 ha superado mis expectativas. Ojo, no sabía qué iba a ver: si una especie de American Psycho u otra ida de olla tipo High-Rise. En este caso, Steven Stelfox (Nicholas Hoult) trabaja para una discográfica allá por el año 1997, año en el que se publicaron Blur (con Beetlebum y Song 2) y el Be Here Now de Oasis (con D’You Know What I Mean? y Stand by Me). Es decir, estamos ante una película enmarcada en el que podía ser el principio del fin del britpop en el seno de un sello discográfico. Dirigida por Owen Harris, director de algunos episodios de Misfits de su segunda temporada, vemos cómo el personaje de Steven hará todo lo posible para triunfar. No por nada su máxima sobre el sentido de la vida, que comparte con Trellick, el abogado de la empresa, es que el sentido de la vida es tener a tus enemigos a tus pies y escuchar los lamentos de sus mujeres.
¿Despiadado, no? Pues imaginaos al buenazo de James Corden, que pudimos ver en Into The Woods y que ahora está bastante de moda por su Carpool Karaoke, siendo el objetivo de Steve a ritmo de The Chemical Brothers. La verdad es que Kill Your Friends no es una peli sobresaliente pero sí es una peli divertida, con una banda sonora plagada de los éxitos del britpop de los 90 y con escenas brillantes como la aparición de Moritz Bleibtreu (El experimento, Corre Lola, corre, Guerra Mundial Z), las relacionadas con la búsqueda de las nuevas Spice Girls o las típicas escenas en las que en pantalla aparece lo que piensa el protagonista y no lo que sucede realmente. Los momentos en los que se rompe la cuarta pared, sin embargo, para mi gusto son demasiados y pecan de sobreexplicación sobre algunas escenas, pero básicamente me lo he pasado genial, Nicholas Hoult está espectacular, me he sorprendido, me he reído y he disfrutado con la banda sonora. Es hardcore blando, pero aun así, me ha gustado.
Lo mejor: El momento más sorprendente, el que se desencadena en el momento en el que un personaje se pregunta si Paul Weller se escribe la mayoría de sus canciones (obviously).
Lo peor: La voz en off en algunos momentos, en otros me ha parecido demasiado blanda.