En situaciones extremas el ser humano es sorprendente. Así se presenta Fuerza mayor, la película de Ruben Östlund, con el relato de una familia sueca de bien que se va de vacaciones a esquiar a los Alpes franceses (o algo así, no soy una entendida). Poco importa la localización. Lo que importa es la escena de la avalancha y todo lo que surge alrededor.
Mientras disfrutan de una velada maravillosa, una familia modelo (padre, madre y parejita de hijos), se dispone a comer en la terraza de su club de esquí. Van a ser espectadores de lo que parece una avalancha controlada para prevenir aludes. Sin embargo, en cierto momento, parece que dicha avalancha está descontrolada y comienza el nerviosismo. Justo antes mascarse la tragedia, el padre coge sus guantes y su móvil y se va corriendo al más puro estilo «sálvese quien pueda». La madre se queda con sus hijos intentando protegerlos abrazándolos.
Pero, al final, la avalancha solo produce un poco de neblina. Estaba controlada. Sin embargo, la familia quedará tocada por lo que acaba de suceder, pese a que el padre intente no hablar del tema. Durante la siguiente hora y media, la tensión se masca en la familia. El papel del padre como cabeza de familia queda en entredicho. Es más, el papel del hombre como el adulto fuerte en la familia ha quedado destrozado. Y todo por haber actuado según su instinto de salvarse a sí mismo antes que salvar a su progenie. Según uno de sus amigos, puede que el instinto no sea el salvarse a sí mismo y huir de la escena, sino intentar ponerse a salvo para volver a rescatar a su familia. A nadie le convence la explicación.
Cuando ves una película como esta, igual que los amigos de la familia, no puedes hacer más que dudar sobre ti mismo. No puedes saber cómo vas a actuar en momentos de tensión, en los que crees que tu vida está en juego, hasta que no te ocurren de verdad. Da igual lo que pienses, o lo que creas pensar. Tu instinto moverá tus acciones.
Me ha encantado el dilema que trata Fuerza mayor. El respeto que se pierde por actuar de forma inconsciente frente a lo que se espera de «un hombre» o la fuerza del instinto de supervivencia, incluso el hablar de opiniones cuando se debe hablar de hechos, mencionando que lo que ha pasado depende de lo que cree que una persona ha visto. Y, por supuesto, la reconciliación familiar que se asemeja más a un montaje que a una realidad.
A muchos no les gustará el ritmo de la película de Ruben Östlund, pero creo que es el ritmo ajustado para interiorizar las opiniones de los personajes y crear tensión. Así que os la recomiendo si os gusta este tipo de cine escandinavo, ejemplo de la contención de emociones.
Yay & nay
Lo mejor: Los dilemas que plantea. Las actuaciones del matrimonio principal.
Lo peor: El ritmo lento.
Entendiste el final? porque a mi me dejó con ciertas dudas
Yo entiendo que es una especie de «Hasta aquí he llegado». Es decir, el autobús es como el matrimonio, continuamente asomada al precipicio, con momentos tranquilos pero muchos momentos de tensión, de dudas, rechazo y miedo. Bajarse del autobús, para mí, es como «bajarse del matrimonio», como si la madre ya hubiese aguantado lo suficiente como para seguir con la farsa del matrimonio solo por sus hijos.
También puedo equivocarme completamente, pero eso es lo que significó para mí xD