No pienso rendirme con James Franco. El chaval se ve que tiene interés en hacer que el público se interese por la literatura que él tanto adora. En este caso, nos ofrece la historia de Lester Ballard, basándose en la novela Child of God de Cormac McCarthy (Hijo de Dios, 1973). La presentación del personaje principal y casi único se realiza en medio de la venta de unas tierras que anteriormente pertenecieron a Lester, pero su amenaza de disparar contra quien se las lleve acaba en desastre: acaba malherido, fuera de su propiedad y en la cárcel. Siendo un paria, vaga por el bosque hasta encontrar una cabaña, en la que pierde totalmente la razón. Al final, se convierte en el inadaptado que todo el mundo cree que es.
James Franco plasma adecuadamente la atmósfera de la novela de Cormac McCarthy: la soledad, la violencia que se ejerce, acaba mostrando la perversión a la que se puede llegar tras ser el objetivo de la crítica social. ¿El depravado nace o se hace? Pero así como se traslada esta atmósfera a la pantalla, hay que tener en cuenta que la literatura no es el mismo medio que una película, y lo mejor de esta adaptación se queda en un simple traslado de la novela. Hay momentos en los que la tensión es palpable, pero la mayoría del metraje se queda en los paseos de Lester Ballard por el bosque y sus fechorías.
Lo mejor: la interpretación de Scott Haze.
Lo peor: falta total de ritmo, el cartel (aunque James Franco sale unos segundos, aparece delante del protagonista indiscutible que acapara el 95 % del metraje en pantalla).