Reconozco no haber visto Once. Fue la película que dio a conocer John Carney. Muchos melómanos suspiraban por Once igual que supongo han suspirado con Begin Again. Y es que la película protagonizada por Keira Knightley y Mark Ruffalo es una perlita para todos esos nostálgicos del vinilo, de la música en directo o, simplemente, de la música de verdad. Decían en 20 Feet from Stardom que en los buenos tiempos se contrataban coristas, llegaban al estudio para grabar, hacían un par de tomas, y a casa. Ahora, en las sesiones de grabación, se incluyen un par de horas para afinar. Se preguntaban por qué no era mejor contratar a gente que cantase bien. Ese es, en realidad, el tema central de Begin Again: la morriña.
Por lo tanto, a todo el que le guste la buena música, y no me refiero a la música que aparece en la película (que personalmente no me gusta nada), sino a la música de verdad, a la que sale del estómago y no del cerebro, a todos los que les guste esa música disfrutarán como niños con la historia de un borracho dueño de una discográfica, que en la noche de su despido encuentra su salvación al ver a una cantautora en un bar de mala muerte. Ambos, solos sentimentalmente tras el fracaso de sus relaciones, se lanzarán a la aventura de grabar un disco como nunca se había hecho antes.
Lo mejor: el momento en el que Dan imagina los arreglos por primera vez.
Lo peor: la ñoñería de la historia de amor de Gretta (Keira Knightley) y Dave (Adam Levine).