En Un lugar sin ley lo que más me llamó la atención fue que, desde el primer momento, el director no esconde su afán por parecerse a Terrence Malick. En la primera secuencia de Ruth y Bob ya se utilizan los mismos planos (y cortes), una fotografía muy parecida a Malas Tierras (Badlands, 1973) y diálogos pretenciosamente profundos sobre el amor y la vida. La sinopsis del argumento la resume Filmaffinity en una línea escasa: «Un fugitivo atraviesa Texas para reunirse con su esposa y con la hija que nunca llegó a conocer.» En realidad, la película se centra más en contar lo bonita que es la relación entre los dos protagonistas que en hacer llegar ese sentimiento al espectador, y es ahí donde falla.
La película se centra en la historia de amor entre Ruth y Bob, dos delincuentes de la América profunda en los años 70. En un momento en el que su banda está acorralada, ella le dispara a un policía y él se entrega como autor del crimen. Tras varios años de condena en la que él continuamente escribe cartas diciendo que se volverá a reunir con ella y con su hija, llega el momento en el que Bob escapa y todo el mundo se pone alerta.
Lo mejor: la fotografía, las escenas en las que sale Charles Baker (Skinny Pete en Breaking Bad) o Keith Carradine.
Lo peor: que no nos cuentan nada sobre los personajes de Charkes Baker y Keith Carradine, la historia en sí, demasiado ñoña.