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Cinderella (2015)

Cenicienta

Me da bastante pena que Kenneth Brannagh haya terminado teniendo que dirigir una película que aparte de ser una adaptación del cuento de Charles Perrault a partir de la adaptación que hizo Disney en la película de 1950. Supongo que habrá quienes digan que la película necesitaba una actualización: el modelo de mujer desvalida por haberse quedado sin padre, rescatada por un príncipe azul de las garras de otras tres mujeres malvadas no es muy moderna que digamos. No era moderna porque el cuento clásico es así: Cenicienta se queda sin padres y su madrastra malvada y sus dos hermanastras hacen que se vista con harapos y la ponen a limpiar como una criada más. Mientras, el príncipe (encantador) debe preparar un baile para elegir esposa e invita a todas las doncellas del reino. Cenicienta podrá asistir gracias a su hada madrina, que la viste con las mejores galas y unos zapatos de cristal. Conoce al príncipe y se enamoran a primera vista.

Esperaba mucho más que un simple traslado del relato clásico a la pantalla con el toque Disney (sin canciones absurdas que alarguen el metraje más de lo innecesario). Es de agradecer que se el largometraje se centre en los puntos más importantes de la trama y los vaya planteando uno tras otro sin darle opción al espectador a que se aburra. Eso sí, si esperas algo más que una burguesa venida a menos buscando un marido que le asegure vivir bien el resto de sus días… aquí no lo vas a encontrar. Puede que la película en general no me haya gustado porque nunca me han gustado las películas de Disney. También puede ser porque sigue apareciendo el machismo imperante en el cuento clásico, normal, por otro lado, en el siglo XVII, pero no en el siglo XXI. Solamente se salvan algunas escenas por ciertos guiños cómicos, siempre siendo protagonistas la madrastra malvada interpretada por Cate Blanchett o por las hermanastras Drisella (Sophie McShera) y Anastasia (Holliday Grainger).

Lo mejor: Cate Blanchett, Holliday Grainger y Sophie McShera, por este orden.

Lo peor: optar por el recurso de la voz en off continuamente.

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